En una ocasión escuché que hay que escribir a los editores como si fueran las personas más ocupadas del mundo: claro, conciso y paciencia. También hay que ser oportuno: a veces las editoriales no responden porque consideran que la obra no cumple los requisitos de su convocatoria de manuscritos o su línea editorial, porque han recibido la obra fuera del periodo de recepción de manuscritos o porque están de vacaciones. A esto se suma que las editoriales, sobre todo las medianas y pequeñas, tienen un equipo muy pequeño que se ocupa de múltiples tareas y responder a la gran cantidad de propuestas que reciben les lleva mucho tiempo.
El protocolo en el mundo editorial es algo complejo y no siempre evidente. Conviene contar con asesoramiento para no perder buenas oportunidades y para que la búsqueda de editorial sea lo más eficiente posible.